La Rochelle es un lugar encantador, conocido por sus blancos acantilados de piedra caliza. Recorra el animado puerto, Quai Duperré, disfrutando de las emblemáticas vistas de la Tour Saint-Nicolas y la Tour de la Chaîne, retratadas por infinidad de artistas que incluyen a Corot, Signac y Vernet. Luego siéntese bajo los toldos de alguno de los tantos restaurantes frente al mar y disfrute de un delicioso almuerzo con mariscos mientras contempla los barcos de vela. Eleve la vista para observar las tres torres medievales que antiguamente protegían el puerto y hoy en día son los símbolos de la costa. La imponente Torre de los Cuatro Sargentos era antiguamente una prisión en cuyas paredes pueden verse las escrituras de los corsarios. No deje de visitar el acuario de la ciudad, donde podrá ver miles de especies que viven en espacios que recrean su hábitat natural. Podrá caminar por las calles de La Rochelle, ideales para los peatones, especialmente en el centro de la ciudad, donde podrá admirar la arquitectura de los siglos XVII y XVIII.